Això tan tenebrós / Esta cosa de tinieblas,, de Mar García Puig (La Magrana, en catalán, Debate, en castellano) | por Gema Monlleó

Mar García Puig | Esta cosa de tinieblas,

“Nadie vive en esta habitación
sin enfrentar el blanco del muro
detrás de los poemas, tablones con libros,
fotografías de heroínas muertas.
Sin contemplar al fin aunque tarde
la verdadera naturaleza de la poesía. El impulso
de conectar. El sueño de una lengua común”
Adrianne Rich 

Ensayo-cuento. Así defino Això tan tenebrós, el nuevo libro de Mar García Puig, en el que regresa a la narración desde el yo para contar(se/nos) como la literatura, el lenguaje y las metáforas sostienen la (su) vida y la esperanza en el futuro (“Visc a través de la literatura, però no perquè cregui en la permanent bondat del vers”). 

Me maravilla la elección de los temas en García Puig. En La història dels vertebrats su propia crisis de ansiedad tras la maternidad posibilitó un recorrido literario por la historia de la locura femenina, una historia narrada a través de los hombres de ciencia y marcada por la herida patriarcal. En Això tan tenebrós el análisis del lenguaje y el refugio de la escritura se enmarca en un viaje familiar a Disneyland París, una cita literaria en Buenos Aires y una crisis de pareja. En ambos libros la sensación al leerlos es la de acompañar a la autora por un largo paseo en el que la conversación cristaliza en momentos de empatía profunda: “Des de petita visc entre metàfores. Però no soc l’única”. Tienes razón, Mar, no eres la única.  

Las metáforas se filtran continuamente en nuestros discursos (pronunciamos una cada veinticinco palabras, seis por minuto, trescientas sesenta por hora, nueve mil por día…), de manera voluntaria o en un accidente neurolingüístico del que no podemos escapar, y la conciencia sobre cuáles y en qué momento las utilizamos nos dan la muestra de nuestro propio estar en la vida cotidiana (“La metàfora és una eina de llibertat que ens permet substituir el món donat pel que imaginem”). Las metáforas, intrínsecas en el lenguaje (“anem creant col·lectivament una complexa xarxa de significats que tenen conseqüències directes en la nostra manera de viure”), son también un arma política que se cargar de contenido tanto en contextos de deshumanización y genocidio (y lo leemos y escuchamos a diario en las declaraciones de líderes políticos) como en lo que respecta al machismo y a sus, todavía, justificaciones (“les metàfores a través de les quals vivim són persistents, i encara més les fossilitzades, és a dir, aquelles que estan tan fixades en la nostra llengua, que ja no som conscients del seu origen metafòric”). 

La representación femenina tantas veces animalizada (en el libro la autora escribe sobre el mito odiséico de Escila: “una personificació de les ansietats masculines cap a la dona, l’horror feminae, una advertència sobre la nostra carnalitat aberrant”) permea no sólo la visión desde fuera y la legitimación de ciertas actitudes, sino que también afecta a la intravisión de la mujer pudiendo alentar una pulsión autodestructiva. García Puig, que reconoce la tiranía social del cuerpo (“intentar fer del meu cos un lliri de maig i sentir-lo, en canvi, habitat per dimonis”), que se sabe falible y con tendencia a los discursos trascendentales como madre, utiliza elementos propios de la novela gótica (ese nicho para las mujeres del siglo del siglo XIX, y escribo nicho consciente de la metáfora) para ilustrar sus tesis. Así la casa encantada Phantom Manor en Disneyland se hermana con Manderley (Rebecca, Daphne du Maurier, 1938), con Cumbres borrascosas (de la novela homónima de Emily Brontë, 1847), con la mansión de Miss Havisham (la novia abandonada en el altar de Grandes esperanzas de Charles Dickens, 1861), con la habitación con el papel de pared amarillo (El papel pintado amarillo de Charlotte Perkins Gilman, 1885), con la casa -no encantada- de la poeta Emily Dickinson en Amherst (“la poesia de Dickinson és una eclosió de metàfores que desorganitzen el nostre sentit comú, ens descol·loquen, ens desvien de nosaltres mateixes”) o con el panteón en el cementerio La Recoleta de Buenos Aires de la familia Cambaceres donde reposa la malograda Rufina (enterrada viva y que mora en la eternidad junto a los causantes de sus desgracias en una historia narrada por Mariana Enríquez en Alguien camina sobre tu tumba, Anagrama, 2021), y establece una sororidad literaria con aquellas escritoras que, desposeídas de poder y voz, utilizaron los cuentos de fantasmas para sembrar una perturbación poética que creciese más allá de los (sus) propios límites (“les cases han estat taüts per a les dones, per algunes perquè és aquí on els han donat mort, per a d’altres perquè en elles moren una mica cada dia”). Escritoras que sufrieron el menosprecio de la crítica (algo que también narra Purificació Mascarell en Como anillo al cuello, Ariel, 2024) al igual que muchas de nuestras coetáneas que se dedican a la literatura autobiográfica (y que quizás se ha frenado mínimamente con la concesión del Premio Nobel a la autosociobiográfica Annie Ernaux). Literatura del yo y mujer, mujer y fantasmas (entendiendo al fantasma como lo hace Jacques Derrida, como el instrumento de análisis que revela lo invisible en el mundo), fantasmas y memoria (fantasmas que, al igual que en la época del auge de la novela gótica, se hacen más presentes en un mundo que naufraga en sus tensiones y ansiedades), memoria y literatura, literatura y metáfora (“Perquè el verb i la metàfora volen, però tenim el poder de decidir cap on, i aquí hi ha tota una revolució possible”), un círculo virtuoso por el que la autora transita sin esconder sus vulnerabilidades y sus contradicciones (“fa temps que sé que les metàfores no són consistents, i fa temps que les metàfores que construeixo per explicar-me aquesta inconsistència, com faig ara mateix amb aquest text, m’ajuden a suportar aquesta càrrega i a viure amb menys por”). Un tránsito que se hace político cuando, por ejemplo, el narrar sobre casas encantadas topa con la realidad social de las dificultades actuales por acceder a una vivienda digna. 

Això tan tenebrós es un ensayo-cuento poliédrico que bucea en la literatura, el arte, la filosofía y la narración desde el yo de García Puig para mostrar con qué determinación las metáforas están presentes en nuestra cotidianeidad y conforman nuestras emociones y vivencias así como la forma en que nos representamos ante el mundo (“Perquè, caminem sobre poesia fòssil mentre construïm la del futur, i això ens fa, a cadascun de nosaltres, especials”). Las tinieblas del título, lo encantado, lo fantasmagórico, también la locura, son el reflejo del espacio femenino, una zona que reivindica la oscuridad opuesta a la racionalidad, la perfección o la pureza, como lugar metafórico líquido y modelable en una reivindicación última (y aquí sí racional) de la contradicción: “Només reconeixent-nos impures, a nosaltres, les nostres paraules i els nostres desitjos, podrem per fi mirar-nos al mirall i, com aquell altre antiheroi shakespearià, assumir això tan tenebrós com a orgullosament nostre”. 


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.